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Capitan Walter Ballivian con toma de oxigeno
Capitan Walter Ballivian
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Trabajador de Estancia Palmira
Trabajador de Estancia Palmira
Estancia Palmira
Trabajador de Estancia Palmira
Estancia Palmira
Estancia Palmira
Estancia Palmira
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Troceo de Cebus
Trabajadores de Estancia Palmira
Troceo de Cebus
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Carne para La Paz
Convair CV-440 sobre los Andes
Descarga de la carne

Aviones Carniceros

Rafael Herrera

Los vimos desde el taxi que nos sacaba del aeropuerto. Eran viejos aviones de hélice Convair CV-440, Curtiz C-46, Douglas C-54, aparentemente abandonados entre los yerbajos colaterales del campo de aviación. Pensando en voz alta dije: “Chatarra para desguace”. El taxista aclaro: “Carniceros”.

 Con mas de cuarenta años de vida, aquella chatarra volaba cada da al Beni por carne, o a otros lugares de Bolivia con cualquier carga, con frecuencia haciendo ping-pon: ida, carga, vuelta, descarga; ida, carga, vuelta, descarga. Al taxista Edgar Veneros, este trajin le pareció un buen tema para acompañar la bajada desde El Alto a La Paz: “Una vez un carnicero de vuelta perdío un motor y como con el otro no podia maniobrar el aterrizaje, soltó la carne sobre los barrios pobres de La Paz. Consiguió aterrizar vivo sin destrozar el avión ni dañar a nadie y por esa hazaña le condecoraron”.

 Mas tarde nuestro amigo Eduardo Beltran nos presentaba en el bar del Hotel Crillon a un piloto de aviones carniceros. Walter Ballivian, ultimo superviviente de su promoción, a los 55 años y con mas de 25.000 horas de vuelo, sigue volando de La Paz al Beni a por carne, en aviones con cuatro décadas largas en las alas, por 25 dólares la hora. Concertamos acompañarle en la ruta mientras escuchábamos sus batallitas de piloto de fortuna:

 El capitán Quiroga picó de morro, frenado por el barro de la pista en la hacienda donde tena que cargar. Ballivian, añadia sus propias aventuras, como la panzada en la pista polvorienta de San Borja con un motor averiado.

“Falló el sistema para sacar el tren de aterrizaje (boquichi quedó la palanca dijo el copiloto después de intentar forzarla), mientras dábamos vueltas para quemar combustible, abajo se concentraba gente que ya sabía lo que nos pasaba y adivinaban lo que nos podia pasar. Llegaba del pueblo mas gente y tambiénlos heladeros, vendetortas, fotógrafos y toda clase de orates y comerciantes. .

Nosotros dábamos y dábamos vueltas quemando combustible hasta que decidimos aterrizar porque los tres pasajeros se estaban poniendo nerviosos Cuando decidimos aterrizar (aún el copiloto pidió un tiempito, espera hombre, qué se reuna mas publico ) pues nos fuimos al panzazo no mas, y aquí estamos”.

 

Extracto del articulo publicado en la revista "GEO"

Fotografias © Miguel BERGASAcreado en Bluekea