PARAGUAY: JOYA INEDITA
Gerardo Gonzalez de la Vega
El Paraguay, que en la nativa lengua guaraní quiere decir, el río de las plumas, el bravo Paraná, el Pilcomayo, el Apa, el Confuso, se ha ganado tal nombre porque tras las inundaciones del verano, pierde todo limite en innumerables riachuelos.
El Alto Paraná traza la frontera con Brasil por el Oriente, el Pilcomayo con la Argentina por el sur, pero el propio país está partido por la mitad por el río que le da nombre. Al este, la región comprendida entre el Paraná y el Paraguay debe ser la más fértil de la tierra, con una exuberante agricultura tropical en la que la soja, el maíz o el algodón crecen bajo un sol mágico, y una ganadería extensa va de extrañas reses, cruce de vaca criolla y cebú. Al Oeste, el Chaco, el desierto vegetal único en el mundo anegado por las aguas durante los veranos del hemisferio sur (de diciembre a marzo) y reseco como el Sahara durante los inviernos, pues la tierra no absorbe el agua, sino que la hace correr hacia los esteros del Pilcomayo o el Confuso.
En la raya entre ambas regiones, los conquistadores españoles Juan de Salazar y Domingo Martínez de Irala fundaron la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción, El calor tropical, que vedaba los materiales sólidos, y la abundancia de madera selvática, han hecho que la ciudad se reconstruyese una y otra vez sobre sí misma hasta llegar a su actual configuración, de hermosas casas bajas de madera, con decorativas fachadas italianizantes.
Extracto del articulo publicado en la revista VIAJAR